El Domingo pasado no fue un día cualquiera. Como de desacostumbre, abrí la puerta de mi casa y el diario me estaba esperando en el patio. Lo tiré para adentro y yo seguí mi rumbo hacia la calle. Me dirigí apresuradamente al puesto de diarios mas cercano. Pregunté por el diario "Crítica", el quiosquero me dijo que ya se habían agotado. Que incluso de otros quioscos le vinieron a pedir. Inmediatamente fui al quiosco que queda en la estación de tren, a tres cuadras de el primero. Por su transitada ubicación, supuse que era seguro que en ese lugar tendrían un gran stock de periódicos. Quedaba el último. Después de arrebatarle el ejemplar al quiosquero e irme casi sin agarrar el vuelto, volví a mi casa con el tesoro en la mano. Tenía el primer ejemplar del "último diario de papel".
A primera vista era todo distinto. La tapa, mucho más sugerente que las tradicionales, no se destacaba por una "noticia" propiamente dicha, sino por una investigación. Sobre los bordes estaban los titulares del día y arriba a la izquierda una advertencia: "Y de regalo nada" dejando en off-side a los demás medios que ante la salida de "Crítica" llenaron de páginas a sus lectores y adjuntaron las mil y un revistitas posibles para que el público no se mude de negocio.
Noticias, una investigación, notas de interés general, buenos informes, entrevistas, opiniones, entre otros tantos géneros del periodismo escrito, estaban plasmados a la perfección en las páginas del diario.
Titulares irónicos pero astutos, preguntas comprometidas en las entrevistas, imágenes editorializadas y otros recursos excelentemente explotados complementaban muy bien las líneas del periódico.
Durante la semana, vale destacar que el diario se encontró exigido de trabajo con el conflicto sudamericano entre Ecuador, Colombia y Venezuela. Exigencia que no solo cubrió, sino que aprovechó al cien por cien para publicar lo que los demás no porque no sabían o por distintos intereses. Dio la primicia del apoyo militar, logístico y político de EE.UU. para matar a Reyes. Mostró las pruebas de la reunión del contralmirante Joseph Nimmich con el Jefe de Estado mayor colombiano, David Moreno, dos días antes de la muerte de Reyes.
Ese Domingo supe que ya nada sería igual. Que cuando quisiera informarme y entender ya tenía dónde recurrir. Sentí que de nuevo iban a haber periodistas comprometidos trabajando para un medio de gran difusión. Mis ansiedades recobraron más fuerza y miro el futuro con mayor incertidumbre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario