domingo, 5 de agosto de 2007

El diario feudal

Como todos los años tuvo lugar en La Rural la exposición que da nombre al establecimiento. Al evento concurre público de todos los sectores: niños curiosos, padres, abuelos, gauchos, periodistas, políticos de turno, empresarios y más empresarios.

La inauguración formal del evento se realizó ayer en un acto encabezado por el presidente de la tradicional y prestigiosa Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens.

El empresario –gran defensor del modelo agroexportador causante de reiteradas crisis en nuestro país- escupió un discurso muy duro, que más que crítica constructiva resultó ser una excusa barata para defender los intereses de cierta parcialidad terrateniente.

Vale destacar que la Argentina está condenada al sistema agroexportador desde finales del siglo XIX cuando se estableció la “División del trabajo”. Este sistema fue el causante de las dos crisis económicas más grandes que sufrió el país, la del 30’ y la más reciente del 2001. Ningún país puede sostener una economía vendiendo materias primas para luego comprar productos ya manufacturados a un precio mucho más elevado que lo que costaría producir acá. El problema más grave del sistema es que el control de los extensos feudos está en manos de unos pocos terratenientes que por dos mangos contratan a un par de peones para que trabajen sus tierras. Consecuencias: Gran brecha entre clases, desindustrialización, desempleo, pobreza, hambre, etc. El cenit de este sistema tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial, cuando la economía argentina fue bautizada como “el Granero del mundo”. Mientras que dentro del país la gente moría por desnutrición.

En apoyo a esta política, no podía faltar el manifiesto diario conservador La Nación que publicó artículos que rebalsan tanto de falacias como las palabras de Miguens. (Ver notas: "Dura crítica de la Rural a la gestión del Gobierno", "El Presidente no entiende al campo" y "El discurso de Luciano Miguens".)

No resulta extraño escuchar estas palabras viendo de donde vienen. Lo que sí sorprende es la falta de razonamiento que hubo a la hora armar el discurso y los artículos. Entre otras cosas se dice que: El campo no sólo crea; también distribuye riqueza. Es decir, es progre.”; “…el Gobierno carece de una idea estratégica acerca del agro. No sería grave si no fuera la actividad de la que, en gran medida, vive.”; “Los controles de precios podrán tener alguna eficacia, pero sólo en el corto plazo. Son contraproducentes y dañinos. Abusar de ellos produce el efecto contrario: desinversión y consecuente disminución de la oferta, como está sucediendo con la carne, la leche y la energía.”

De toda esta ensalada de falacias nos quedan más dudas que certezas. Si el campo crea riqueza y la distribuye, ¿Dónde está la riqueza de todos los años en que se apostó exhaustivamente al sistema agroexportador? ¿Entre quiénes se distribuye esa riqueza?

En cuanto a la estrategia del gobierno acerca del agro se puede decir que si no la hay, se debe a que recién ahora se está tratando de romper las cadenas de la agroexportación para poder volver a desarrollar un país competente en el ámbito internacional como proveedor de productos y tecnologías. Lo más óptimo sería no dejar de lado la exportación de cereales y carnes, mientras el mercado interno esté abastecido. El problema es que la costumbre argentina siempre lleva a pensar que somos dependientes del campo, que debemos vivir de él.

Por el lado de los controles de precios, seguramente al flamante presidente de la Sociedad Rural no le molestaría pagar un kilo de lomo $23,95 Euros (precio internacional). Más teniendo en cuenta que hoy en día la gente común puede consumir milanesas de soja (¿O acaso no están re-de-moda?). Y al hablar de controles en los precios se delata su poca noción de la realidad y del conocimiento del contexto económico-político nacional, ya que sin las restricciones debería pagar el gasoil a precio internacional y habría que ver qué rentabilidad genera eso para su producción. Por otro lado –pero del mismo problema- la desinversión, la disminución de la oferta de carnes, leches y energía, se funge justamente en el sistema agroexportador que deja al país totalmente desarmardo e impotente a la hora de producir sus propios insumos.

A esta altura se puede observar claramente la estrategia de Miguens, de desarrollar un discruso más en defensa de sus intereses (léase su bolsillo), y el de sus pares, que de lograr construir una crítica que impulse un mayor desarrollo del sector agropecuario. Si se hubiera tomado el trabajo de construir un discurso más productivo podría haber encarado la problemática del sector (y nacional), por el lado de la crisis energética (ver nota) y tratar de asociar en cierta medida al agro y al sector industrial para poder buscar una solución al conflicto y exigirle al gobierno una respuesta clara y eficaz. De esta forma se podría haber hecho una crítica pero con fundamentos más lógicos y sin caer en la falacia.

En cuanto al periódico la Nación, el exhaustivo empleo del discurso conservador ante la insistencia de "ser una tribuna de doctrina" (de las clases más aristócratas y oli-garcas) del país hace que a veces no parezca estar escrito en el siglo XXI. Más bien parece que volvemos a una época de ideas más primitivas en donde los Señores Feudales, dueños de todos los campos y tierras, hacían ellos mismos de periodistas escribiendo sus propios artículos que ellos mismos leían. En esa época el verdadero hombre de campo se levantaba a las cuatro de la mañana para trabajar la tierra o poner en funcionamiento un tambo para poder sobrevivir. Pero algunas cosas no cambian, el verdadero hombre de campo sigue trabajando arduamente para poder darle de comer a su familia, mientras que los grandes empresarios se siguen distribuyendo las riquezas de todas sus tierras mientras escriben en el mismo diario feudal.